Thursday, October 26, 2006

LA TELETUBBIE



Comenzando con la sección "Momentos en los que perdí la dignidad", amos a de que contar un suceso que aconteció una noche de octubre del año 1994, ahí es ná. No es ni el más reciente ni el que más hundidura en el fango me causó, pero es el preferido de mi prima que me estará leyendo, a la cuala se lo dedico.

Pos bien: Yo iba en el AVE, sección Vip porque yo lo valgo, pero mayormente porque a mi madre le había tocado un viaje en las galletas LU, que todo hay que contarlo. Me dirigía, jaté, a Sevilla, donde se estaba perpetrando un congreso de literatura infantil al que me había apuntado con ánimo de pasarlo de aquella manera, no por aprender, que conste en acta.

Como el glamur siempre se me supone, me había acicalado como creía conveniente por no desentonar de lo que viene siendo una clase VIP, no fuera que me encontrara a la prensa del corazón esperando a la Pantoja o simlar. Es decir: me había puesto las lentillas y marchando. La clase VIP del AVE consiste en que tiene unos peasos sillones individuales de alto y abatible respaldo y que cada media hora pasan azafatas ofreciéndote bebidas, panchitos o sandwiches; por lo demás el tren va a la misma leche que en turista o preferente. Iríamos mas o menos por Puertollano cuando se anunció la proyección de la peli "Proposición indecente", que no había visto. Así que de nuevo la azafata pasó repartiendo cascos. Ahí empezó todo: los tales cascos eran un artefacto de dos colores, azul y amarillo, enormes, con aspecto de fonendo de médico pero de los veinte duros. Yo no veía por ningún lado cable o similar para engancharlos, ni bujero, por lo que deduje que en la clase VIP te daban cascos inalámbricos patrocinados por galletas LU. Yo me ponía los cascos y se me caían continuamente, por la curpa del perímetro de mi cabeza. No oía la peli. Me estaba entrando una jaqueca de mil pares, que es uno de los motivos por los que dejé las lentillas. Me estaba agobiando. Entonces miré parriba y pensé, como yo sólo puedo hacerlo: "Fijo que ese tubo que va por el techo es el que pilla el sonido" así que me coloqué los cascos en forma de diadema con el tubillo dirigido hacia el techo, para conectar guay. Y en ese trance, jaquecosa, con una luz ambiental de lo más agresivo, sin coscarme de nada de la peli y deseando bajarme de aquel horror llegué a Sevilla. La azafata me miraba de una manera muy rara.Mucho. Entonces me volví (iba en el primer asiento) y díme cuenta de que del resto de respaldos no sobresalía ningún mástil apuntando al cielo. Y entonces, sólo entonces, me dí cuenta de que allí estaba yo, de pie en el pasillo del vagón VIP del AVE, disfrazada de teletubbie, ante el asombro (y descojone) de los ejecutivos agresivos que viajaban en el vagón.

Eso me pasa por ser tan de pueblo. Qué momento.

5 comments:

Anonymous said...

Tu momento Teletubbie. Hay que tener buevos, prima. Contarlo asín en púbicos. No tenemos vergoña, joel

fridwulfa said...

JAJAJAJAJAJA

Gran momento, el momento teletubbie.
Yo todavía lloro de la risa (cual boda cualquiera) cuando me acuerdo de la anésdota.

"Galletas LU le ha ofrecido este momento"

Hastaquemecomprenlosdelgoogle said...

Yo como en la vida he ido en nada vip, hago el paleto como el resto de los mortales.
Por cierto estaba leyendo el post en la ofi y tol mundo me miraba, ya que mestaba descojonando.

averia said...

Quicir que más nunca monté nel AVE. Bueno sí: con mi madre, las maletas, las sombrillas y las sillicas de playa camino de Chipiona

Anonymous said...

Cual boda cualquiera no!!!! Que no fue una boda cualquiera.... Lo que te perdiste, teletubbie, lo que te perdiste...