Friday, February 06, 2009

EN TIERRA DE NADIE

Thinkerbell ha ganado esta semana "El Tintero" con el relato que copioypego un poquillo más abajo. Ha compartido podio con Jarales, con un estupendo relato, lúcido y verosímil. El tema propuesto era "Apátridas" y lo cierto es que ha sido una edición movidita, porque el portal donde se aloja el foro, Terra, o mejor dicho, la mano que administra el botón delete, se ha jalado, así por toa la patilla, por dos veces el post donde el personal cuelga sus relatos, sin explicación ni ná. Una peste gente, oyes.

Ahí os dejo el cuentecillo la Thinker. Y una cosa: como no me digáis más ná no sus cuento lo que aconteció cuando fui a ver "La Traviata" versión pueblo. Y es tu mach. ¡Digo!
EN TIERRA DE NADIE

Durante la noche no había cesado de llover y Marina imaginaba la partida de aquella pobre gente como la del pueblo hebreo en “Los diez mandamientos”, cabizbajos bajo el obstinado aguacero, llevando encima, únicamente, sus cuatro pertenencias, sus niños y sus mayores.

Allí no quedaba ni un alma. Desaparecieron con la misma e imprevista celeridad con la que aquellos ¿gitanos, nómadas, errabundos? se habían presentado por sorpresa, construyendo, en un santiamén, un mísero asentamiento a sólo diez minutos del corazón financiero de la ciudad. Y no era de recibo, después del ingente esfuerzo que las autoridades locales habían dedicado para embellecer y modernizar la ciudad, que la primera visión para los viajeros que llegaban por la nueva autovía fuera aquella basura, aquella amalgama de chatarra, fogata y cartón, más propia de un documental sobre el tercer mundo que de la soberbia metrópoli que emergía ya imparable.

A Marina y a Campos les habían encargado comprobar que el campamento, efectivamente, se hallaba vacío antes de que el bulldozer entrara para arrasar las chabolas. Y ciertamente solo quedaban restos recientes de que allí, entre ese lodo pegajoso, inmisericorde con las botas del uniforme, hasta unas horas antes había vida. Un perrucho famélico les seguía. Campos, tan corpulento como sentimental, le echaba restos de su bocadillo y el animal, entre agradecido y temeroso, le observaba como a un dios generoso pero desde una prudente distancia. A Campos le alegraba el chucho, sin embargo a Marina le producía aún más desasosiego. Aunque en sus diez años de agente municipal había estado en contacto, quizá en demasiadas ocasiones, con el lado sórdido de la ciudad, nunca la desdicha de sus semejantes le había agredido con tanta saña como ahora. Calculó que le quedaba aún otra hora de turno y, al menos, dos chabolas para inspeccionar y se sintió enormemente cansada.
Fue entonces, justo cuando estaba a punto de patear el cartón mojado que hasta ayer sirvió de puerta, cuando lo oyó. Un gemido apenas audible, como de gato en celo. Pegó el oído y esta vez fue un lamento, un aullido ahogado, de dolor.
-Campos, avisa al Jefe. Aquí hay alguien.
Entraron despacio al habitáculo. Olía a excrementos, a hoguera vieja, a aguas putrefactas, a basura. A miseria.
La muchacha estaba agazapada en una esquina. Aterrorizada. Desde un agujero en la uralita entraba un rayo de luz que caía, poderoso, sobre ella e iluminaba su rostro como en aquellas ingenuas estampas de santitas que siempre acompañaban a la pobre tía Ascen. La chica, apenas catorce o quince años ( casi como mi Ana, Campos) estaba a punto de parir.
-Llama a una ambulancia y tráeme todas las mantas y las botellas de agua que tengamos en los coches. Y date prisa, por Dios.
Marina se quitó el abrigo, lo puso bajo la cabeza de la chica y se agachó a su lado despacio, con cuidado, con mucho cuidado, para que no se asustara. En sus ojos alcanzó a ver la juventud que asoma también en los de su hija y el terror de los del perro flaco que sigue a Campos.

-Voy a ayudarte, bonita, no tengas miedo. Pronto vendrán los médicos, tú tranquila, que yo te ayudo. Respira como yo, mira cómo lo hago.

La chiquilla pareció entenderla e imitó su inspirar profundo hasta que un gesto de sufrimiento y un alarido de dolor descompuso su rostro. Marina reconoció las últimas contracciones y comprendió que, por mucha prisa que se dieran las ambulancias, sería ella la encargada de traer a esa criatura al mundo. Se remangó y besó la frente sudorosa de la chica...


Campos y Marina esperan ,en Admisiones, recibir el permiso oportuno para visitar a la madre y a la hija que desde ayer descansan en la planta de Maternidad.
-Estoy deseando volver a ver a la niña- dice un impaciente Campos- ¿Sabes? He estado hablando con la parienta y, oye, que no nos importa tenerlas en casa con nosotros, de acogida o de adopción o de lo que sea. Ya que no se nos dieron hijos propios...

Marina asiente y le comprende. Desde ayer, cuando la cabecita de esa preciosa niña asomó al mundo, vive en una nube, con una sonrisa en el rostro, negándose a pensar más allá de aquel nacimiento, del abrazo y de las lágrimas de felicidad que compartió en la chabola.

Una mujer se les acerca, grave y, con una asepsia profesionalmente estudiada, les informa de que, a primera hora de la mañana, un grupo de personas, posiblemente familiares de la paciente, irrumpieron en la habitación donde madre e hija descansaban y se las llevaron consigo sin que ni el personal sanitario ni los agentes de seguridad del hospital pudieran hacer nada por impedirlo.

-Ellas se encontraban perfectamente- siguió la mujer, quizá con una pizca de compasión en la mirada- Suele pasar con este tipo de personas, ustedes no se preocupen demasiado.

Marina recuerda una fantasía en la que se recreaba durante el embarazo de su hija: que la niña naciera en alta mar, en agua de nadie. Por romanticismo, o quizá por pura pedantería ideológica, entonces también ella era muy joven. La niña que nació ayer entre sus brazos no tendrá ni patria ni bandera. Ojalá que nunca la necesite.

Monday, January 19, 2009

LA CAZADORA

Recuperemos las buenas costumbres...Recuperons.


Voy a seguir subiendo los relatillos que escribe la Thinkerbell (que soy yo, Cozi, acuérdate) para el Tintero.


Es buena costumbre para gente como yo: desastrosa, indisciplinada, dispersa y, sobre todo, vaga.


Así los guardo y atesoro.


El amigo Angeliko ganó el concurso la semana pasada y propuso de tema:


"PÁJAROS EN LA CABEZA"




y la Thinker ha desbarrado tal cual se puede leer

LA CAZADORA
Debes comprenderlo: es mejor para todos que nadie sepa que la leyenda es cierta. Imagina que alguien fuera lo suficientemente indiscreto para dejar escapar -sin intención, por pura estulticia- cualquier mínimo indicio de que su existencia es tan real como la tuya y la mía. Imagina que alguien – un desagradecido, un figura con anhelo de notoriedad- saliera en la televisión y dijera: “ La Cazadora existe. Yo la vi”. Ya nada sería igual.

Por eso debes dejar que mis manos arranquen de tu memoria el recuerdo de esta tarde, en la que La Cazadora ha acudido a tu llamada para librarte del pesar que un día te llenó de desesperanza. En breve todo habrá terminado. Cuando Ella y yo abandonemos la casa, encontrarás a tu hijo plácidamente dormido en su lecho, rescatado, al fin, del pájaro que se adueñó de su cabeza y que sólo La Cazadora, con ese don único que es a la vez su gloria y su condena, ha sido capaz de apresar.

Sin embargo, antes de que el olvido aparezca, déjame que te relate alguna de sus hazañas, en parte para que te cerciores de que tu mal, con ser el tuyo y por tanto el más doloroso, no es sino uno de tantos. Y en parte porque las proezas en la caza suelen ser de narración amena y ayudan a pasar el eterno tiempo de la espera.

Así, te contaré que, de todos los pájaros que moran en las cabezas, los buitres resultan los más difíciles de cazar. A pesar de su envergadura demuestran una habilidad casi camaleónica para disimular su aspecto. Por eso, aquel que tiene un buitre en su cabeza apenas se intuye en la sombra, sabe aguardar paciente, sin que su voracidad asome jamás. Espera el ascenso en el escalafón, o la viudez, o la herencia, con una placidez engañosa para después abalanzarse con un ansia obscena sobre la carroña, sin piedad ni respeto. La Cazadora odia especialmente a los buitres y, en muchas ocasiones, ha salido con la piel desgarrada por sus curvos picos. Si te fijas, en las páginas de economía de los periódicos puedes ver cómo los buitres revolotean en círculos. Haz la prueba.

En ocasiones, la misma Cazadora sufre. Le suele ocurrir cuando tiene que cazar las cigüeñas que hacen nido en la cabeza de las mujeres que no pueden tener hijos; también cuando se trata de ruiseñores, cuyo canto hechiza a los poetas e impide que pisen el suelo que la Madre Tierra colocó bajo sus pies. Con los grajos tiene menos escrúpulos sobre todo si vuelan bajo, y no muestra la menor piedad hacia las gaviotas, que producen nostalgia de mar a los que tienen frente a sus ojos majestuosos montes.

Por eso debes confiar. No tengas ni miedo ni dudas. La Cazadora acabará con el pavo real que vive en la cabeza de tu hijo y, cuando él despierte, se habrá olvidado de su afán de convertirse en el Rey del Glam. Odiará el lamé y las lentejuelas. Tirará a la basura las sandalias de plataforma, dejará de imitar a David Bowie y volverá a ser el chico sencillo que reparte el butano para pagarse la carrera.

No me lo agradezcas. Al contrario, soy yo quien está disfrutando al compartir este tiempo contigo. Dentro de muy poco se abrirá la puerta, Ella y yo nos iremos y tú te olvidarás de que pasaste una tarde de enero hablando con un perro.
Un perro de caza, por supuesto.

Wednesday, January 14, 2009

LOS JOJOS

No he actualizado este vuestro blós porque no podía ver

Pero nada de nada.

Me operaron de los jojos (los dos) con relativo éxito.

Ahora no llevo gafas. De lejos veo de p.m. y de cerca...hum...voy recuperando visión.

Pero he pasado lo mio, qué leñe.

Lo peor, peor, con diferencia

Lo horrible

Es haber estado un mes sin poder leer. Tremendo.

Esa manía, ese hábito de leer en la cama antes de dormir, en el estado lamentable en el que se hallaban mis córneas, me ha impedido coger el sueño con normalidad. Me tuve que dar a los programas nocturnos de la radio. Ese "Hablar por hablar" como es...

Poquito a poco iré actualizando. Palabrita.

Os dejo con una foto para fetichistas. 4 pinreles, 4 tobillos y 4 sandalias.

Uno de ellos es el mio. Juas.