Thursday, November 17, 2005

Historia de los tomates viajeros. Episodio II


Ávila.3´30 a.m. La furgoneta de reparto de periódicos les soltó en un quiosco del Paseo de S. Roque, a tomar por saco de la Estación de Autobuses.
Primero se lo habia advertido el taxista de Barajas. Más tarde, el chaval de la gasolinera, entre partida y partida de mus, esperando a algún alma caritativa que recogiera a un autoestopista con destino a Ávila.
- Si ejque vas a tardar menos si vas a Méndez Álvaro y coges el autobús.
Pero Elem se sentía responsable de los tomates y quería, ante todo, que ver mundo les ayudara a madurar. Así que allí estaba por fin, en la hermosa Ávila, con el espíritu aventurero henchido de gozo.
Los planes estaban claros: un paseíto Ávila la nuit y en cuanto abrieran la estación...going to La Adrada.
La ciudad estaba vacía. Las murallas no estaban mal para ser tan viejas, así que le pegó un viaje a una para hacerse con una piedra de recuerdo y de paso pilló unos esquejes de plantas del jardín de S. Vicente. El Elem es lo que tiene: que le gusta mucho la jardinería. Empezaba a hacer un frío que pelaba, así que, a pesar de que intuía que estaría cerrada, se dirigió a la estación de autobuses para buscarse un rinconcito y echarse un sueño.
Efectivamente estaba cerrada a cal y canto, pero en los aledaños descubrió un rinconcito abrigado, con su banco y todo.
Le sacó del sopor un griterío de borrachos. Atónito, Elem vió lo que sus ojos no habían visto jamás ni en el País Vasco ni en Cataluña: un grupo de punkies, absolutamente pedos, se había subido al tejadillo de la estación y quemaba, con fervor, la bandera española que colgaba del mástil.
- Hay que joerse, deben ser los únicos independentistas radicales de Castilla.
Y por si los radicalismos, se adentró en lo más recóndito y oscuro del rinconcito, esperando que las hordas se fueran a mamal.la a otro lado.
Por primera vez las cosas se estaban poniendo chungas. El de la limpieza había sido claro: los fines de semana no salían autouses para La Adrada.
- Lo más fácil es que cojas el primero a Madrid, que te deja en Méndez Álvaro y allí pillas uno para La Adrada.
¡De ninguna manera!Pensaba, mientras caminaba por la circunvalación de la ciudad. Así los tomates no tendrían ninguna oportunidad, pobretes. Tampoco se trataba de una situación límite: eran casi las 6 de la mañana, tomaría la carretera de La Adrada y seguro que en la primera gasolinera encontraría otra alma caritativa que le recogiera en autoestop.
Elem comenzó la subida hacia Sonsoles. Ni Dios pasaba por allí. El relente arreciaba y no había rastro ni señal de gasolinera. La cuestecita se la traía, la mochila pesaba, tiritaba de frío. A su espalda, la bola ígnea del sol teñía de rojo el paisaje. Elem y su mochila recortaban su silueta en el horizonte, cual Kwai Chang Caine, Kung Fu, pero a lo moderno.
En lo alto del Puerto de la Paramera, a 60 Km de La Adrada, el frío, el cansancio y el hambre le venció. Sacó la manta del avión que había mangado y, sin ninguna pena, sacrificó el primer tomate pa la causa.
Continuará...

3 comments:

fridwulfa said...

Jajajajajaja. Mira que me conozco la historia... pues aquí sigo, descojonándome de risa.

Pelayo González said...

Mmmmm....la Paramera, que bonitos recuerdos de la primera vez que hice un viaje en coche solo de mas de 100Kms, trapos de nieve del tamaño de sábanas, una niebla que no permitia ver a mas de metro y medio y sin cobertura en el móvil...y el capullo que me ofreció que le siguiera, conduciendo a 120 por el puerto.

Ains, creo que no hi pasao tanto miedo en mi vida.

averia said...

Pero llegaste, cozi, es más...te aficionaste. Aún conservo en mi mente esos petardos que te anunciaban, esas apariciones estelares en la cocina de mi casa. Ains...