
TEMPLARIOS
Mi amiga la lectora me conmina a que utilice este nuestro humilde espacio en la prensa para denunciar un hecho que, según ella, se viene repitiendo en las librerías de su barrio: la ausencia de clásicos, también llamados libros de los de toda la vida, a favor del género templario.
Y mi amiga tiene razón, porque si hoy, un suponer, quieres regalarte con un Dostoievsky, un Dickens o un Galdós y de paso contribuir a la supervivencia del pequeño comercio, lo llevas claro. A no ser que se dé la coincidencia de que Hollywood lo haya adaptado al cine con Nicholas Cage a la cabeza del reparto o que lo hayan mandado como lectura obligatoria en el Instituto más cercano.
Eso sí: te encontrarás con toda suerte de novelas con la palabra “Templario” explicita o subliminalmente expresa. Y es que ahora los pobrecitos Templarios se han puesto de moda y venden. Mucho.
Tampoco es tan difícil forrarse a costa de los Caballeros del Temple, literariamente hablando: mezclas en unas cuantas páginas una monja erudita con dudas de fe pero muy mona (o una joven pero suficientemente preparada arqueóloga, o una anticuaria sofisticada y rica, lo importante, repito, es que sean monas); unos cuantos asesinatos del llamado tipo ritual, una jovencita con sus estigmas, un americano escéptico y tres o cuatro laberintos, jeroglíficos, anillos o pergaminos. Sobre lecho de marcos incomparables( son muy socorridas catedrales o iglesias perdidas) se salpimenta con un malo malísimo Cardenal del Vaticano, y tras varias persecuciones y sustos obtenemos la resolución del misterio de la Sábana Santa, o el Tesoro Perdido del Temple o que Jesucristo estaba casado con la Magdalena, más conocida en estos pagos por María de Magdala. En cualquier caso, siempre hay un misterioso señor mayor, al que imaginamos con la cara de Sean Connery, que resulta ser el Último Templario y la inteligencia en la sombra que ha propiciado la conclusión del misterio. La monja/arqueóloga/anticuaria se lía con el americano, claro. O no, y el americano recoge el testigo del señor mayor que, por supuesto, la ha palmado y le hereda el título y el celibato.
Yo no digo que este tipo de lecturas tenga su aquel. Para una convalecencia, por ejemplo. Lo malo es que pueden crear adicción y de paso mucho friki. Se comprueba fácilmente tecleando “Templarios” en el Google: foros, chats, blogs y millones de páginas ad hoc en los que el personal con tiempo desbarra...para desesperación de mucho investigador serio, como mi amigo Rafael Alarcón (“La huella del Temple”, Editorial Robin Book) que sabe más que nadie de Templarios...y de aguantar frikis.
Cierto que una Anna Karenina no sale como los níscalos, una vez al año. Pero, dando la razón a mi amiga, empezamos a hartarnos de tanta novela policíaca pseudo-histórica. O dicho en castizo: Que ya estamos hasta el Temple, señores editores.
3 comments:
Si ejque esto es como tó: se pone de moda un tema y no paran hasta que te hacen de gomitar. Mireusté en la tele, ahora namás que de cocinar y que de cocinar. Qué jartura, por dios.
Yo es que ahora mismo me encuentro en un estado traumático después de ver este vídeo o lo que sea.
Cuando me recupere te mando un post
Me ha gustado mucho tu artículo sobre los templarios. Por lo bien que te sabes los tópicos que aparecen parece que has sufrido alguno que otro. Pilar, my wife, también ha caido más de una vez. La vida.
Post a Comment