Saturday, November 24, 2007

EL PÍCARO

Pues, niños y niñas...¡Mis heavys ganaron el concurso semanal del Tintero!
Tan contenta que me puse, ya tú ves...
El premio consiste en proponer el tema de la edición siguiente, así que la Thinkerbell, pa compensar el efecto astringente de la semana anterior, ha querido que los contertulios eligieran libremente un título de la obra de Fernán Gómez y escribieran sobre ello.
La Thinker ha escrito esto:

EL PÍCARO


Cap. IV: De cuando Fernán de Gómez se empleó de asustaviejas.

Aconteció que una vez recuperados mis pobres huesos de la tunda de aquellos cabezas rapadas, víme de nuevo en la santa calle y con la panza mal acostumbrada a las sopas y purés de la Seguridad Social.
Durante tres días vagué por las muchas obras que en la Capital se hacían, buscando empleo de peón de albañil y encontrándome con que oficiales y capataces preferían dar trabajo a otros desharrapados pero de distinta color de tez que, al carecer de papeles, carecían asimismo de derechos y contentábanse con limosna en vez de sueldo.
Más quiso Fortuna que El Miserias volviera a cruzarse en mi camino y, buen conocedor de albergues y sitios de caridad donde descansar huesos y aliviar gazuza, ofrecióme auxilio y yo, convencido por los palos recibidos de que no es lugar seguro para reposo un buen lecho de cartones, accedí gustoso a ello, aunque precavido, pues de sobra conocía las triquiñuelas del Miserias, más empeñado en vivir sin arrimar el hombro que en hallar ocupación honesta cual era mi caso.
Poco tardé en confirmar mis temores, ya que mi compañero vino en proponerme negocio, el cual tan fácil parecía que al instante tuve sospecha. Consistía en compartir techo con otros tantos mendas, mas con el encargo de causar destrozos y organizar timbas y saraos estrepitosos y a deshora. A cambio, además de cobijo, recibiríamos cumplido jornal.
El inmueble en cuestión hallábase sito en la Calle de la Luna y era más esqueleto de ballena que edificio habitable. Ocupamos junto al resto del clan de alborotadores lo que en tiempos pudo ser ático, hoy cochiquera, y, cada vez que obligado me veía a subir y bajar por aquellas escaleras sin luz que alumbrara, temía caerme hasta el infierno, pues los peldaños, de roídos, parecíanme de papel más que de madera y tal era el crujir en la pisada que semejaba a aquel que dicen de los dientes de condenados en el Averno.
Pronto me dio el entendimiento en conocer que había hecho acuerdo sólo para alejar de aquel antro al resto de vecinos, gente de mucha edad y mucha pobreza, con el fin de que los patrones dispusieran a su gusto y sin mucho gasto de aquel emplazamiento para futuras y carísimas construcciones, lo que más riqueza les deparase. Aunque asqueado, el bisnes permitíame cierta bonanza, tan añorada otrora, mientras continuaba vía crucis en busca de laboro. Y en eso continué, acallando conciencia, mientras pasaba las noches aguantando regaettones y curdas de los demás, entregados a cumplir su encargo con pasión.
Mas poco dura la dicha en la casa del pobre, pues héte aquí que los oros se volvieron bastos una tarde que regresaba de mi habitual periplo y encontréme, en el zaguán, con una viejecita cargada como mula, con incontables bolsas de comida, apenas arrastrándolas por el mugroso suelo. En el fondo de mis tripas removióseme un sentimiento antiguo, no mariposas, como acostumbran a decir de los enamorados los afectados por el ridículo y la cursilería, sino más bien la añoranza de madre, pues, no habiendo conocido a la mía, dióle al magín por pensar si de estar viva podría hallarse en tal situación, sin socorro de mozo que cargar sus bolsas pudiera. Así que, tocado por gentileza acudí presto en su amparo, con tal mala ventura que, en estando en el tercer piso, rugió la madera con tal estrépito que fuera aún mayor en comparanza y fiereza con la erupción del Vesubio que acabó con Pompeya, y derrumbóse la escalera arrastrándome con ella en su bajada, así como las bolsas de la señora vecina.
Y de nuevo hállome en el lecho del dolor en el hospital del que había salido apenas una semana antes. Las sopas y purés que hicieron mi delicia no son sino caldo a tomar con pajita, pues el episodio de la escalera dejó mi boca viuda de dientes, acompañada en el duelo por quebranto de tibias y peronés. Cierto es que al dolor de encontrarme en tan lamentable estado súmase el pavor a ser de nuevo puesto en circulación, pues es sabido que el desplome fue noticia a destacar en los informativos locales, destapándose a su vez la trama de desalojo inducido del vecindario de la Calle de la Luna. Por esta razón el colega Miserias, sus compadres de cuitas y los amos del negocio, andan clamando venganza contra mi persona, jurándome matarile en cuanto les llegue oportunidad.
Así pues, aprovecharé la mi nueva condición de héroe para rogar ante las cámaras por un empleo decoroso, pues en servirse de fama para noble fin no existe pecado.
Como dijo el otro, la vida es un extraño viaje. Pudiera ser.

Tuesday, November 20, 2007

PORQUE SUS QUIERO...¡MARINERO DESLUCES!

Me he puesto taaaaaaaaaan contenta de veros de nuevo en el blog (faltan la prima Frid y la prima Auster, sinencambio), que no puedo por menos dedicarsus este video (Blogger mediante) que es uno de nuestros grandes jitos.
Mi he pasado varias horas revolviendo en el yutuf, pero ha merecido la pena.
Se lo endedico también al Héctor, fue él el culpable de engancharnos a este son
¡¡VA POR VOSOTROS!!


Monday, November 19, 2007

TRES TRISTES JEVIS



Míralos que monos ellos...

La consigna de esta semana ha sido: "sin la a" o "con la a", quicir: escribir un relato en el que no apareciera dicha letra o bien que apareciera siempre.

Yo me he decantado por la primera opción. ¡Uf!...qué difícil. O eso o que no se puede escribir a las tantas de la noche con varias cosas pendientes en la ventana (o windows) de al lado.

Me ha quedado birriosillo, la verdad. Pero cuando me dejé de divertir...le di carpetazo. Allá va, primos...

TRES TRISTES JEVIS
Viernes, trece de noviembre. El tren de José Quintero se detuvo en El Pozo. Los otros subieron y el metro emprendió de nuevo el rumbo. Recoletos. Fin de recorrido.
José Quintero, ese viernes, olvidó el nombre del D.N.I. y fue de nuevo El Chen. Los otros, El Pepun y El Niño de los Pelos. Como en los viejos tiempos.
Porque Leño –Ex Coz, ex Nú- resurgiendo como el Fénix, quiso ofrecer un único concierto, en vivo y en directo y ellos tres se hicieron presentes en ese evento. Siguiendo el rito, como debe ser.
Por eso los uniformes de jevis: cueros, pitillos negros y botines de cowboy. Los pelos sin freno, sueltos. Jirones grises, pero dignos.
Ninguno de los tres previno en principio cuestiones útiles:
- Rosendo vivió en mi mismo bloque. Sus viejos son vecinos de los míos.
El portero del pub- dos bíceps como dos torres- los cortó en seco:
- ¿Tenéis el ticket o es que sois vips?
- Pues no
- Pues irse yendo, que es gerundio.
- Si es que Rosendo vivió en mi bloque, tron. Sus viejos son vecinos de los míos.
- Se viene con ticket o no se viene. El piro o veinte euros de vellón.
- ¿Qué?-
- ¿Qué de qué, so pringui?

Por no meterse en un follón, los tres emprendieron el regreso, que los jevis suelen ser serenos y de buenos sentimientos, poco pendencieros con el orden público, lleven monstruos en el pecho o no los lleven.

El Chen, el Pepun y el Niño de los Pelos se volvieron sin mover el esqueleto, con sus cueros negros y el níveo tiempo tiñendo su sien. El concierto de Leño – Ex Coz, Ex Nú- se deslizó por entre sus dedos como líquido . ¡Qué deprimente es ser jevi sin tener un duro!



http://www.youtube.com/watch?v=X03TFuGwVog&feature=related







Wednesday, November 14, 2007

AFRODITA´S BOITE.AMBIENTE MUSICAL


El tema de esta semana era "La barra".
Yo me he ido a la "bada amedicana", como decía mi ex vecina La Madi.
Allá va:
Antes de abrir la puerta del Afrodita´s, Angelines hacía acopio de todo el aire fresco que cabía en sus pulmones; después, le echaba valor y entraba.
Llevaba años limpiando ese antro de mala muerte, pero aún no había podido acostumbrarse a ese hedor denso que parecía incrustado en las paredes y el skai, y que rezumaba hasta su ropa y su pelo para quedarse allí y delatarla. Ese hedor...

Angelines se cambiaba en el cuartucho. El mismo cuartucho donde se imaginaba que harían algo similar las mujeres que trabajaban allí por la noche, a las que jamás había visto. De ellas sólo había un rastro de perchas colgadas con unos nombres. Hacía tiempo que los Ana, Charo y Pepi de toda la vida se habían convertido en Ivanka, Yeni, o Suzanne. A Angelines le hubiera gustado conocer a aquellas chicas y sus historias, pero el Afrodita´s por la noche no era lugar para una mujer decente como ella. Y como tampoco estaba muy segura de que lo fuera de día, Angelines había preferido ocultar la fuente de sus ingresos a la gente de bien que la rodeaba. Aquella era una ciudad pequeña y mojigata, y ella siempre había temido ser el centro de chismes y habladurías.

Aquella mañana el local le pareció aún más cochambroso y triste. Colillas rancias por doquier se arracimaban por cualquier resquicio, ceniceros incluidos. Algún alma caritativa había tenido un detalle para con ella y los vasos sucios se amontonaban en la pila. Angelines se sonrió y le mandó un silencioso mensaje de agradecimiento a Yeni, o a Ivanka...mujeres, al fin y al cabo. Quizá ellas también tendrían que ponerse a recoger la porquería de otros cuando llegaran a casa, agotadas de sonreír durante toda la noche.
Angelines se metió detras de la barra. Siempre empezaba por ahí y después iba agrandando en espiral su danza de lejía y detergente hasta completar el garito entero. Nunca había salido de allí con la satisfacción del deber cumplido, todo lo contrario que en la Caja, pensaba, mientras pasaba la bayeta por el mostrador. Pero en el Afrodita´s todo era rancio y apestaba a decrepitud. No podía hacer más.

De repente la vio. En un rincón, al lado de un taburete caído. Una alianza. De boda. Angelines miró la inscripción, pero sus ojos cansados apenas leían unas letras y unos números desvaídos por el paso de los años. La alianza de boda de algún cliente que tendría que buscarse una buena excusa para explicar la pérdida. Cualquier cuento antes que admitir que se le había caído en una barra americana. Se acordó de su difunto Anselmo, que además de gangoso había sido un poco golfo, y se lo imaginó muy enfadado gritándola que nunca había pisado, en toda su vida una bada amedicana. A saber...esa alianza era del marido de otra, otro cincuentón rijoso, pero vivo.

Estaba confusa. Muy confusa. Durante el último mes no había dejado de encontrarse las cosas más variopintas delante o detrás de aquella barra: una estampita de la Virgen del Cubillo, un llavero bastante vistoso, una rosa fresca...la estampita y la rosa se las había llevado a casa, no así el llavero, que lo había dejado en la recepción del hotel adosado al Afrodita´s, el picadero clandestino e indispensable de aquella ciudad de hipócritas.
Haría lo mismo con la alianza, cuando terminara de trabajar. Y se puso a la tarea sin pensar más allá de la lista de la compra, del recibo de teléfono que la esperaba en la Caja o del viernes, cuando su hija volviera de Salamanca.
Al terminar se pasó un momento por el hotel y le entregó al Señor Manolo la alianza, sin darle muchas explicaciones. Tenía ganas de un café caliente que le quitara el frío y de llegar a casa. Estuvo por decirle al Sr. Manolo que le acompañara al bar de la esquina, pero se contuvo, no fuera a pensarse el buen hombre que era una fresca. Y se fue.
Manolo la vio alejarse, pulcra y digna, y acarició la alianza para adueñarse del rastro de las manos de ella. Era su alianza de bodas. Fue un iluso al pensar que ella, tan honrada, no haría lo posible para devolverla a su dueño. Mañana dejaría otra prenda, algo humilde pero revelador.
Quizá, algún día, se atrevería a hablarla.

Son...muchas horas de barra las que una tiene encima.

Monday, November 05, 2007

EXPEDIENTE RIVAS-RAMOS



Después del vapuleo de mi debut, éste es el avatar con el que escribo en el foro. A pesar de mi descalificación he recibido muy buenas críticas, que conste en acta.

El tema de esta semana es "Una mentira". Ahí dejo el relato, basado, mas o menos, en hechos reales:

EXPEDIENTE
Yo no sé por qué estoy aquí. Todo lo que tenía que declarar sobre este tema ya se lo he contado a la Madre Directora y a la Psicóloga pero, mire, llegados a este punto me da igual, porque yo soy muy sincera y siempre voy de frente. Y si tengo que decirle algo a alguien en su cara voy y se lo digo, que yo las mentiras no las soporto.
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Sí: conozco a las dos. A Marina Rivas menos, porque ha venido nueva este año y no es de mi clase. La señorita Ramos ha sido mi profesora de Lengua desde Primero.
Marina Rivas no me cae ni bien ni mal: sólo coincidíamos en Taller de Teatro, con la señorita Ramos. La tal Marina es un poco rara, apenas se relaciona con nadie. Cuando llegó, Laura Marín, que es la chica que ha hablado antes con usted, le dijo un par de días que se viniera con nosotras en el recreo. Pero era para reírse de ella, la verdad, por las pintas que lleva, que, a ver, cada uno puede vestir como quiera, pero es que a esa tía, perdón, a esa chica, parece que la viste su abuela. Lo digo yo y lo dicen todas. Pelearnos no, simplemente Marina pasó de nosotras y prefirió quedarse sola, o con la mora, una de tercero que también es nueva.
La señorita Ramos antes era muy maja. Conmigo siempre se portó estupendamente, sobre todo el año pasado que tuve una mala racha personal porque mis padres se divorciaron. Además, en Lengua yo siempre he sacado las mejores notas de la clase.
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Ya le he dicho que soy muy sincera, así que lo admito: me sentó fatal. Ese papel era para mí, que para eso me había dejado la piel pasando el texto al ordenador y haciendo fotocopias. Eso lo teníamos todas hablado, y no se podía discutir. Así que, cuando la señorita Ramos empezó a repartir los papeles y dijo que a mi me tocaba Creonte y a ella Antígona...bueno...es que no me eché a llorar de rabia porque yo nunca lloro delante de nadie, pero se me vino el mundo encima. Sobre todo porque vi cómo Laura Marín y las demás que han hablado antes con usted empezaron con las risitas y los cuchicheos. Porque ellas dicen que son muy amigas mías, pero realmente son una panda de hipócritas que siempre me han tenido envidia, que se lo puede decir cualquier Madre.
No, ella no se rió. La señorita Ramos tampoco, pero cuando terminó la clase se vino hacia mi para intentar arreglar las cosas: que si mira que tú eres demasiado alta y vistosa para hacer ese papel, que si esta niña da más el tipo porque es menudita y tiene carita de inocente, que si es un trabajo de equipo. Vale, si había que tragar, yo me lo tragué. Que hiciera lo que le diera la gana. Total no era nada más que una estúpida obra de teatro.
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Claro que cambiaron las cosas. Pero fue ella, la señorita Ramos, la que cambió, yo no.
El año pasado, cuando el divorcio, reconozco que pasé muchas tardes en casa de la señorita Ramos porque yo me sentía muy perdida y digamos que ella fue mi refugio. Yo admiraba muchísimo a la señorita Ramos y no sólo porque me escuchara y me diera buenos consejos. Es que me gustaba todo de ella: cómo se vestía, cómo se movía, cómo olía, los libros que me prestaba y que yo devoraba sólo para después acercarme allí y comentarlos juntas. Ella también me hacía confidencias sobre su vida y cómo había superado la ruptura con su novio. Para mí, Alicia, la señorita Ramos, era simplemente perfecta. ¡Y estábamos tan unidas!. En fines de semana o en vacaciones nos escribíamos por mail. Pero le juro que yo no he sido la que le he mandado los anónimos, eso lo tienen muy fácil de averiguar si se molestan en comprobar las Ipés.
El caso es que aquel sábado yo me acerqué a su casa para decirle lo mal que me sentía por su traición. Pero ella no me dejó entrar porque dijo que tenía visita. Mientras se excusaba, vi en el perchero el abrigo roñoso de la tal Marina Rivas. Sé cuando alguien sobra y me fui a casa. Esa noche no tuve ganas de salir de marcha.
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Lo demás vino sólo: Un día las vi abrazándose en el aula de audiovisuales. Me quedé tan perpleja que no tuve más remedio que contárselo a las chicas. Y a mi madre, que es del APA. Por desahogarme. Mi madre es muy liberal y dice que cada uno puede hacer con su vida lo que quiera. Como le dijo a la Madre Directora, que sea lesbiana si quiere, pero mi hija es una menor y no es buen ejemplo de vida, y menos en este colegio
Sí: Algo había oído de la enfermedad de la tal Marina, pero yo no puse una escopeta en el pecho a nadie para llamarla sidosa, ni para hacer las pintadas y mucho menos la paliza. Pregunte a las demás, verá cómo le dicen lo mismo. Y tampoco he sido yo quien ha despedido a la Ramos.
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¿Y por qué habría de lamentarme?. Mi madre dice que son tonterías de adolescentes, que toda la vida han pasado. Y no se va a quedar de brazos cruzados si me expulsan, ya se lo advierto.
Odio a la gente que va de víctima por la vida. Las odio a las dos, señor Inspector.